Luppi

Los quiero tanto que los llego a detestar y me cansan. Sí, a veces me aburren pero los necesito.
No sé si será una especie de adicción, pero puedo decir que si esto no es amor, es una sensación bastante parecida, pero más intensa, pasional y oscura.
Los quiero porque desde ya busco pretextos weones, para acercarme a ustedes cuando nos odiemos. Porque me enojan sus actitudes maduras e infantiles, porque envidio sus genialidades y me emputece que me digan la verdad, y que acierten con precisión matemática.
Los odio porque los tendría feliz de escavos, en una celda junto a mi cama, para que me repitan una y otra vez sus historias weonas que me sé de memoria. Para tenerlos de bufones, haciéndome reir con sus chistes rebuscados, peladuras de cable y exageraciones estúpidas y fuera de lugar.
Detesto que me conozcan más que yo y que sepan exactamente qué debo hacer, pero que al mismo tiempo me dejen hacer lo que menos me conviene para darme cuenta que tienen razón. Detesto que me odien por mi actitud majadera y detesto que mi actitud majadera me de cargo de conciencia, porque los aburre.

Yo creo que los amo porque me siento culpable de no estar a la altura de sus circunstancias, porque me encuentran chistoso, porque puedo ser un payaso y un patético a sabiendas que a ustedes les dará igual. Quiero que se vayan lejos para extrañarlos, quiero que lo pasen mal y me necesiten, quiero que mis palabras les solucionen su vida, quiero que me admiren.

Los odio porque no los encontré antes, porque son orgullosos, antipáticos, simpáticos y peladores.
No soporto saber que los quiero tanto, que si esto termina algún día, quiero que sea una tragedia griega, sangrienta y que deje cicatrices de por vida.
¿Esos son amigos?...yo creo que no, esos son MIS amigos y no los comparto con nadie.

Nos amamos tanto que nos odiamos tanto que nos amamos tanto que nos odiamos tanto que nos amamos tanto que nos odiamos tanto que nos amamos tanto que nos odiamos tanto que nos amamos tanto que nos odiamos tanto.